Abánades estuvo durante toda la Guerra Civil en primera línea de frente, lo que lo llevó a cambiar de manos en varias ocasiones. Tras la Batalla de Guadalajara (1937), Abánades se convirtió en un pueblo fantasma, saqueado por las tropas de ambos bandos, sobre todo las franquistas, que estaban atrincheradas en el castillo. Aquellos puestos defensivos pueden recorrerse hoy tranquilamente a pie. Durante el trayecto encontramos trincheras, parapetos aspillerados, fortines, nido de ametralladora y abrigos.
La recuperación de estos vestigios ha sido posible gracias al CSIC, cuyos expertos excavaron y recuperaron gran cantidad de estructuras y material. Las trincheras muestran de con claridad las diferencias entre los dos bandos enfrentados: las republicanas son zanjas de continuidad cavadas en la tierra sobre el cerro del Rondal; en las franquistas, más aisladas, aparece el cemento y su edificación es más elaborada, tal y como sucede en otras zonas de batalla como en la Sierra de Guadarrama.
A Abánades se llega a través de la carretera GU-928, que parte de la salida 118 de la autovía A-2. Este municipio, escenario de la conocida como batalla olvidada de Guadalajara, alberga el Museo Histórico Municipal, que contiene una amplia exposición de objetos y documentos cedidos por los vecinos que acercan al visitante a la dura experiencia de la vida cotidiana en las trincheras. Desde el año 2010 también se realizan representaciones históricas en el pueblo.
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