Valencia
Estado de conservación:
Varios monolitos y placas recuerdan que la ciudad fue la capital de la República durante 11 meses. Esta ruta fue realizada en agosto de 2018.
La ciudad de Valencia fue capital de la República española desde noviembre de 1936 hasta octubre de 1937. Con un Madrid sitiado por los bombardeos de los afines a las tropas sublevadas, el gobierno decidió trasladarse hasta allí para intentar operar con normalidad en medio de una guerra que avanzaba sin piedad. Esos once meses, la ciudad fue el centro neurálgico del país, tanto desde el punto de vista político como social e informativo. Las calles de Valencia se convirtieron en la capital de un Estado en descomposición que estaba en el punto de mira de toda Europa, un continente que veía cómo el fascismo iniciaba su cruel travesía en España.
Pero ese recuerdo de la historia desapareció. Los 40 años del franquismo, preocupado por vender el “feliz levante español” y los 29 años en el poder de la alcaldesa Rita Barberá, obsesionada por “colocar a Valencia en el mapa” a golpe de grandes eventos, hicieron que las huellas de la ciudad como capital de la República se borrasen de las calles. Un olvido forzado. Nada quedaba de esa ciudad donde intelectuales, políticos y periodistas convivieron mientras el país se desangraba a golpe de bombardeo. Al menos nada a simple vista.
No fue hasta 2016 cuando se decidió sacar a la luz lo que todo el mundo sabía y nadie se atrevía a recordar en voz alta. Ese año, el nuevo gobierno municipal que acabó con tres décadas de poder conservador en la ciudad, decidió crear una ruta, con el título València en la memoria, que destacara la importancia de la ciudad durante la guerra civil. El recorrido señalizado entonces arranca en la plaza del Ayuntamiento. Una placa recuerda que este edificio fue la sede oficial de las Cortes Republicanas donde se celebraron dos de las nueves sesiones plenarias que hubo durante toda la guerra. Encima de la placa aún son visibles los restos de los ataques aéreos de las tropas rebeldes en mayo de 1937.
Ese mismo edificio también acogió el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, donde participaron más de un centenar de personas en representación de 28 países. En la nómina de intelectuales, nombres como Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Margarita Nelken, Antonio Machado, Rafael Albertí, Miguel Hernández, Tristan Tzara, César Vallejo, Octavio Paz y María Zambrano. Dos meses antes de la celebración del encuentro, el inmueble fue bombardeado por los que al oír la palabra cultura se llevaban la mano al bolsillo en busca de la pistola.
La placa que recupera aquellos momentos es una de las 15 que conmemoran distintos espacios de interés en la ciudad. Se trata de pequeños monolitos de hormigón con información destacada sobre el lugar y que se completa con fotografías de la época y un enlace a la versión web a través de un código QR.
Los espacios conmemorativos están situados en su gran mayoría en el centro histórico de la ciudad, por lo que son visitados con curiosidad y perplejidad por los miles de turistas que pasean por allí. Por ejemplo, al pie de las Torres de Serrano se trasladaron al principio de la contienda multitud de obras de arte del Museo del Prado y de otras pinacotecas para ser salvadas de la barbarie fascista. También se recuerda en otros espacios la ubicación de los ministerios de Sanidad, de Defensa o de Propaganda, además del hospital militar y el Centro de Defensa Antiaérea.
Entre el turismo se observa con interés las escuetas explicaciones que ofrecen los monolitos en castellano, valenciano e inglés. Mientras, la propia población valenciana redescubre una realidad sobre la que en ocasiones había oído hablar pero que estuvo silenciada demasiado tiempo. Son pocas personas las que conocen que los edificios señoriales con tonos modernistas del carrer la Pau (la calle La Paz) albergaron, además de instituciones públicas, los hoteles donde se alojaron intelectuales republicanos, militares, corresponsales y diplomáticos. La calle era un ir y venir de noticias, conversaciones, debates y reflexiones sobre la España y la Europa que estaba por llegar. A pocos metros de esos hoteles también se encontraba el Comité Provincial de Mujeres Antifascistas.
Refugios visitables
Junto a los monolitos, el Ayuntamiento también ha recuperado cuatro refugios antiaéreos de los casi un centenar que tuvo la ciudad. Dos de ellos ya son visitables y se puede reservar cita a través de la página web municipal. El primero se ubica en el propio consistorio y se construyó para albergar al alumnado del Grupo Escolar del Ayuntamiento. Tenía capacidad para más de 700 personas y constaba de cinco naves con bancos corridos para que el alumnado se sentase. Caminar hoy en día entre esas paredes azules y blancas, tan bajitas y con tantas horas de angustia sigue impresionando.
El segundo está en la calle Serranos y tenía capacidad para 400 personas. En la restauración se han conservado los bancos de la época y algunas inscripciones de la época. En la puerta del edificio aún se puede ver la icónica tipografía de la palabra “Refugio”, símbolo de salvación y que hoy Valencia recupera como ciudad de acogida de migrantes. Ella sabe muy bien lo que es sufrir una guerra.
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