Castilla y León / País Vasco
Estado de conservación:
El campo de concentración de San Marcos es hoy parador nacional; la cárcel de León acoge el archivo provincial; la cárcel de Ponferrada, es hoy un museo; la cárcel de Ondarreta y el penal de Saturrarán fueron derribados. Puedes leer más rutas en:
www.rutasdelamemoria.lamarea.com
«Me llamo Josefa Castro García. Nací en un pueblo que se llama Solana de Fenar, ayuntamiento de La Robla, el día 10 de julio de 1920».
Para hacer la ruta que van a leer lo primero es escuchar. Oír la historia de Josefa contada por ella misma. Su voz, honesta, cotidiana, alejada de revanchas –que es la excusa de quienes no quieren oír, la «revancha»–, recorre cada lugar habitado años atrás, cuando la guerra. Cuando a ella, por ser hija y hermana de dirigentes rojos, la encarcelaron junto a su madre y una hermana. Cuando la represión. Cuando la dictadura. Cuando su madre la mandaba lejos con las vacas porque había falangistas que hacían cosas que no tenían que hacer. Cuando llevaba comida a escondidas al monte a su padre y a su hermano. Cuando los mataron. Cuando quiso emigrar a Francia y tuvo que quitarse el nombre. Cuando Josefa se quedó sin Libertad, que es como se llamaba. Cuando la historia de España, aún a rastras de la momia de Franco, ya exhumada.
Primera parada: Solana de Fenar, La Robla, a 33 kilómetros de León. Allí nació y se crió Josefa. Esa voz honesta, cotidiana, alejada de la excusa de quienes no quieren oír, dice: “Unos años antes de la guerra no había fruta por allí, y entonces mi padre empezó a poner árboles. Me recuerdo que el primer año puso tres, y a continuación iba poniendo. Lo que sí sé es que el año de la guerra mismo fueron las primeras peras que comimos de los frutales, con árboles que hoy día están dando fruta. Pero hasta entonces, hasta esa miseria, no había”. Me recuerdo, dice Josefa. Nos recuerda.
Segunda parada, siete kilómetros más allá: Llombera, un pueblo bombardeado y en cuyas cuevas se resguarda para sortear los cañonazos. Tercera parada, 17 kilómetros más: Villasimpliz, adonde llega como refugiada, que dice que se llamaba entonces. Entonces. Refugiada. Cuarta parada: vuelta a Solana, donde es requerida en el cuartel de Matallana. Quinta parada: campo de concentración de San Marcos, en León. Sexta parada: cárcel de León. Séptima parada: cárcel de Ponferrada. Más de 400 kilómetros después, octava parada: penal de Ondarreta, San Sebastián. Novena parada: penal de Saturrarán, Guipúzcoa. Y tres años y tres meses después de presa, la décima parada: regreso a Solana, con su padre y su hermanos asesinados. Con la vida descompuesta. Volvemos al pueblo de esta mujer que ya no vive y que cuando lo contó, con esa voz honesta, cotidiana y alejada de revanchas, tenía 90 años. Viajamos con sus vivencias. Con ella, pero sin ella.
Lo segundo que hay que hacer para seguir esta ruta es observar, ver. Las imágenes no son el viejo pueblo, es el pueblo de ahora, es el ayuntamiento de ahora, con la bandera constitucional, con la bandera de la UE. No es la cueva que bombardearon, con una madre y sus hijos dentro, todos muertos, ni el pueblo de refugiados; es el río donde iba a lavar, hoy sin rastro de ropa; es la montaña nevada y los coches con matrículas de tres letras circulando. Las imágenes no son el campo de concentración de San Marcos, donde Josefa y las demás presas hacían sus necesidades a la vista de todos, en un caldero; es un parador y un museo, con sus claustros y su iglesia. No es la vieja cárcel de León, es el archivo provincial. No es la vieja cárcel de Ponferrada, adonde llegó en un vagón de vacas hacinado; la imagen de hoy es el Museo del Bierzo. Ya no está la cárcel de Ondarreta, desde donde Josefa, sin Libertad, a través de una ventanuca, vio por primera vez el mar. Ya no hay muros. Solo hay olas que van y vienen, que vienen y van, y una placa que recuerda que allí se vivió este horror. Ya no existe tampoco el penal de Saturrarán, un paraje en el que hacen noche las autocaravanas, frente al mar.
Así nació Libertad, una propuesta cinematográfica, unida a un proceso de descubrimiento del lenguaje audiovisual, promovida por el Laboratorio de Antropología Audiovisual Experimental del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC). Escuchamos a Josefa y vemos a unos jóvenes que caminan, graban y muestran lo que hay (o no hay), hoy, en esos mismos lugares. “No estamos haciendo una película sobre Josefa, sobre la Guerra Civil, sino sobre cómo nosotros lo miramos desde ahora”, explica el codirector, Chus Domínguez, quien conoció la vida de Josefa a través de una amiga y, una vez grabada y editada, no sabía cómo dar forma a aquella voz honesta, cotidiana, sin revanchas. Josefa murió en 2015 y Domínguez siguió dando vueltas a aquel testimonio hasta dar con esta ruta cinematográfica. La ruta de Josefa no es, por tanto, una reconstrucción de la historia. La ruta Libertad es una visión de la historia desde nuestro tiempo, su historia, que es la historia de tantas otras personas represaliadas. Nuestra historia.
EDUCACIÓN EN EL AULA
El proyecto se ha realizado en película de 16 mm. y todas las fases del proceso fílmico (planificación, rodaje, revelado y montaje) han sido desarrolladas por alumnas y alumnos de dos institutos de la zona –Legio VII (León) y Ramiro II (La Robla)– con la colaboración y coordinación de un equipo de creadores y docentes. Durante el rodaje, es el alumnado, asesorado por el resto de componentes del equipo, quien propone: «[Podemos hacer] una especie de barrido para ver los sillones vacíos donde se sentarían los jueces, pero lo que quisiera transmitir es la frustración, como rígido, como muy inflexible, muy agobiante»; quien crea: «En uno de los viajes del tren, si se pudiese grabar el momento del paisaje, ese viaje que hizo ella fue muy diferente a lo que para nosotros es ahora»; quien se hace preguntas en el presente sobre el pasado e intenta imaginar el pasado en su presente: «Es que yo, con la misma edad, tengo problemas mucho menores pero que me agobian un montón. No me imagino que ahora me manden a la cárcel porque mi padre es … Que me separen de mi familia y me manden a la otra punta del país… No me lo puedo imaginar.. .», dice Paula.
«Es que puedes ver muchas películas que tratan de lo que ha ido pasando durante todos estos años, pero cuando tienes un caso tan cerca, te lo explican tan bien y te lo muestran… Hemos visto a Josefa contándonos la historia y eso te impacta más. Es muy distinto», dice Irene. Todos tiene la misma edad que tenía ella cuando se produjo la sublevación. La responsable del Departamento de Educación y Acción Cultural del MUSAC, Belén Sola, incide en la importancia del aprendizaje en el aula: «Nos gusta mucho trabajar a largo plazo con las escuelas, es una manera de introducir losprocesos creativos como modos de aprendizaje. En este proyecto ha sido el aula la que ha venido al museo y lo que ha captado la atención del alumnado es la experimentación con el cine. Y en ese proceso se están enterando de la historia reciente de España».
Y esta es la vida de Josefa Castro García, nacida en Solana de Fenar. «Me llamaba Libertad y tuve que quitarme el nombre. Me quedé sin libertad, por si acaso había pasado poco metida en la cárcel».
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