Los 200 habitantes que tenía Rodén el viejo, un pueblo de la provincia de Zaragoza, abandonaron sus casas en busca de un lugar sin bombas. Es menos conocido que Belchite, del que apenas distan 30 kilómetros. Ambos fueron arrasados en 1937. En 2017, el Gobierno aragonés ha aprobado la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de las ruinas de Rodén. La asociación Torre de Rodén trabaja activamente en la zona. Cada año organizan unas carreras populares y unas jornadas sobre patrimonio.
La aldea del Membrillo Bajo, en Huelva, es otro de esos pueblos olvidados, poco conocidos en España, que quedaron destruidos. Los falangistas incendiaron esta pedanía de Zalamea la Real en 1937 tras someterla a una cruel y lenta represión que venía de lejos: desde mediados del siglo XIX, los campesinos y los terratenientes habían litigado por unas 150 hectáreas de monte. La República había devuelto a los ciudadanos lo que siempre fue suyo, las tierras comunales. Hoy está catalogado como Lugar de Memoria Histórica.
En la provincia de Tarragona también se pueden visitar los restos de Corbera d’Ebre, donde hay un centro de interpretación, con información sobre la batalla del Ebro.
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