Cementerio viejo de Ibiza
Ibiza (Baleares)
Estado de conservación:
En 2016 fue inaugurado un memorial en homenaje a las víctimas del franquismo. Esta ruta fue realizada en abril de 2018.
No hay mayor engaño que creer, y promulgar, que la muerte nos iguala. Incluso bajo tierra hay una posición jerárquica que se establece en el momento exacto en el que morimos. La historiadora Érica Couto-Ferreira lo explicaba en su libro Cuerpos. Las otras vidas del cadáver, contraponiendo la muerte de un dictador que jamás ha sido castigado por sus crímenes y al que, además, se le honra con un gran funeral de Estado y la muerte de miles de personas bajo el régimen de ese dictador. Es una cuestión moral, la de la desigualdad, que llega a una dimensión más íntima: la del hogar. La muerte no nos iguala si aún hoy hay familias que no pueden reunirse de manera simbólica y ceremonial con los suyos. Muertos sin tumbas, sin lápidas, sin flores. En definitiva, sin un espacio legítimo.
Bajo el suelo del cementerio viejo de Ibiza hay otro cementerio anónimo, el de las personas fusiladas durante la represión franquista. Está ubicado a tan solo unos kilómetros de dos puntos calientes del turismo: Ses Figueretes y Platja d’en Bossa. El presidente del Fòrum per sa Memòria d’Eivissa i Formentera y profesor de Historia, Luis Ruiz, explica que desde septiembre de 1936 hasta noviembre de 1938 hubo «un goteo incesante de fusilamientos, que se producían en el Cementiri Vell [cementerio viejo]”. El 13 de septiembre de 1936, un bombardero italiano atacó la ciudad ibicenca. Aunque en el registro civil únicamente constan 17 muertos, las investigaciones apuntan a que fueron entre 40 y 50 personas las que fallecieron. “Ese día, como represalia, los republicanos mataron a 94 presos, pero ellos sí constan en el registro, se conocen sus nombres y apellidos e incluso tienen una placa conmemorativa en el Castillo de Ibiza”, destaca Ruiz.
UNA FOSA DISPERSA
El cementerio de la ciudad alberga, según datos del Fòrum per sa Memòria d’Eivissa i Formentera, alrededor de 120 asesinados por la dictadura franquista. “Las cifras varían. Quienes tiran por lo bajo aseguran que fueron entre 60 y 70 en esos dos años. Otros calculan que podrían ser entre 400 y 500. Estos últimos se basan en testimonios de padres y abuelos que aseguran que cada noche en ese tiempo llevaban a fusilar a al menos cuatro o cinco. Pero no hay nada documentado. Los historiadores y periodistas que han documentado nombres y apellidos a través de su trabajo de investigación cifran los fusilamientos en 120, aproximadamente. Nos parece la fuente más fiable”, añade Ruiz.
El problema de la memoria histórica es que la herencia franquista en las instituciones públicas y políticas dejan el relato incompleto. Como arrancar varias páginas de un libro. En Ibiza, aunque la fosa común esté localizada en el cementerio, ni siquiera es posible saber en qué punto exacto se producían los fusilamientos. Los lugareños hablan de una anciana que cada año deja un ramo de flores junto a una piedra con las palabras fossa comuna. Otras versiones hablan de que estos crímenes de guerra se producían en una pared al fondo del camposanto, junto a un pasillo por el que se accedía al cementerio no católico. La sospecha de quienes investigan los hechos para tratar de reconstruirlos es que no había un único lugar donde se producían los fusilamientos ni los entierros. “Es imposible que hubiese un gran agujero que estuviese abierto más de dos años. Seguramente, lo que ocurría es que avisaban al enterrador, le decían: ‘Esta noche serán tres, o serán cinco…’. Y él lo que hacía era abrir un agujero, más grande o más pequeño, para tirar y enterrar los cuerpos que le habían dicho que habría. O sea, que es una gran fosa muy difusa con varios hoyos que estarán dispersos”, explica el presidente de la asociación memorialista.
Realizar exhumaciones, por tanto, es una tarea complicada, ya que desde que se inauguró el cementerio, a mediados del siglo XIX, ha habido reformas y transformaciones. “Lugares que antes eran de tierra ahora están embaldosados. Es probable que incluso haya personas enterradas bajo algunos nichos de nueva construcción”, añade Ruiz.
El Fórum ha promovido la recuperación de la memoria en este camposanto. “En 2016 inauguramos el memorial que llevábamos seis años pidiendo. Tiene 133 nombres, una lista en la que incluimos no solo a los fusilados que hemos podido documentar, sino a ibicencos que murieron en frentes de la Guerra Civil fuera de Baleares y a ibicencos que murieron en campos de concentración nazis que habían huido de España, precisamente, por la guerra”, recuerda.
EL CAMPO DE FORMENTERA
Este es el camino que parece materializarse gracias a la llegada de la nueva ley de memoria democrática en Baleares, apoyada tanto por grupos políticos de izquierda como de derecha. Entre las medidas que el Govern desarrollará en los próximos meses figuran retirar los vestigios y símbolos franquistas, proteger los espacios e itinerarios de la memoria democrática, impulsar declaraciones y menciones de reconocimiento y organizar actos de homenaje institucional. El Govern pretende también realizar un censo electrónico de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura, inexistente hasta el momento, que el Partido Popular balear calificó “de un bando de y de otro”.
En la vecina Formentera, en la isla donde suceden los anuncios de verano, hubo un campo de concentración entre 1940 y 1942, el de la Savina, más conocido como Sa Colonia. Allí fueron encarcelados hasta 1.500 presos republicanos y murieron 58 por las condiciones en las que vivían. Ruiz recuerda cómo Josep Triay Nadal, hijo de uno de estos presos, da testimonio del infierno que su padre le relató: “Primero comían los cerdos y luego nosotros. Cuando los guardias iban a hacer sus necesidades, había algunos que luego rebuscaban para encontrar algún resto de lenteja o alubia mal digerida”. La mayoría de los presos eran extremeños y, actualmente, los 58 muertos están enterrados en una fosa común en el cementerio formenterano de Sant Francesc, donde se les recuerda con una placa conmemorativa.
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