Cabo Peñes
Asturias
Estado de conservación:
En una roca junto al faro se lee en una placa: «A los que dieron aquí su vida por la libertad y la democracia». La Marea realizó esta ruta en junio de 2017.
El cabo Peñes se encuentra en la comarca de Gozón, cerca de Candás y Luanco, un saliente que habita tranquilo como queriendo alejarse de la Asturias negra e industrial para arrimarse al mar. Un lugar de calma donde el Cantábrico se muestra bravo y se pueden observar los atardeceres del norte en los que el sol se recoge entre el agua y las nubes. Un lugar de peregrinación para todos aquellos que se acercan a la región y quieren disfrutar de la exuberancia de sus vistas. El punto más septentrional de Asturias. Sin embargo, cuando el visitante se asoma a sus barrancos es posible que desconozca la tragedia que aconteció hace casi 80 años en tan bello paraje. Un 2 de junio de 1938 la ignominia tiñó de negrura el horizonte de Peñes: los falangistas locales llevaron hasta el faro a 13 vecinos de las localidades cercanas. Entre ellos estaban Les Candases, unas mujeres trabajadoras de las conserveras de Albo y Alfageme que habían sido detenidas por ser militantes de UGT y colaboradoras del Socorro Rojo.
Las víctimas fueron arrojadas al mar desde lo alto del cabo por las brigadas falangistas. Todo el mar era una fosa. Consciente de la injusticia, fue devolviendo poco a poco los cadáveres para que sus familias pudieran darles sepultura. Los de algunas de las mujeres fueron enterrados en el cementerio de Bañugues, a tan solo unos kilómetros de Cabo Peñes y que hoy el viajero puede visitar para rendir honores a la memoria de estas nobles gentes.
Seguimos en Asturias. En Xixón, en el cementerio de El Sucu, del obrero barrio de Ceares, se encuentra uno de los testigos mudos más impactantes de la represión franquista. El paredón en el que fueron fusilados más de 1.300 republicanos. Según Luis Miguel Cuervo, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en Asturias, el motivo por el que se concentran todos estos asesinatos en un único punto es por la determinación de Falange de mantener a toda la «carroña», como denominaba a los republicanos, en una misma fosa y así no diseminar la zona con los cadáveres de sus víctimas. A 30 metros del paredón, que todavía conserva los agujeros provocados por las balas de los asesinos, se levanta el monolito de granito en forma de libro con el nombre de los represaliados, gracias al tesón de Rafaela Lozano, madre de uno de los asesinados, que en los años 1960 llegó a conseguir una carta del papa Juan XXIII para que le permitieran acceder al cementerio y honrar los restos de su vástago.
El horror de Pozu Fortuna
A una hora de viaje, en el negro y verde interior que cantó Víctor Manuel, hallamos otro de los lugares de memoria imprescindibles del norte español. En San Andrés de Turón, en el valle del Mieres, se esconde una de las historias más dramáticas de toda la Guerra Civil. En zona minera, cuna de bravura republicana, se encuentra el Pozu Fortuna, una fosa de las más de 300 que agujerean Asturias. Más de 30 metros de profundidad, de pura oscuridad, a la que fueron arrojadas cerca de 400 personas. El historiador Ernesto Burgos narró cómo Florentino González, con solo 13 años de edad, asistió escondido entre la vegetación a una escena de pesadilla: varios camiones de la guardia de asalto atestados de ciudadanos desafectos al levantamiento llegaron al borde del pozo. Desde su escondite observó cómo fueron arrojados vivos uno a uno por parte de los asesinos sin atender a ninguna de las súplicas de piedad.
En el año 2003, gracias al trabajo incansable de Alfredo Valles, fue localizado el lugar donde reposaban los restos de los represaliados que había sido ocultado durante el franquismo, que había desviado a conciencia una carretera para ocultar cualquier evidencia de la matanza. Hoy, en el lugar de la masacre luce un monumento creado por el artista local Juan Luis Varela, conmemorativo de la dignidad y el recuerdo de las víctimas que encontraron en aquella tierra negra, tan oscura como el alma de sus verdugos, su conjunta sepultura.
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